Conducir un vehículo requiere una atención plena para no poner en peligro nuestra seguridad ni la de los demás. Esta responsabilidad compartida pasa por informarnos, en el caso de tomar algún medicamento, de los posibles efectos que puedan alterar nuestras capacidades a la hora de conducir de manera segura. La información sobre los riesgos que puedan suponer los tratamientos farmacológicos a la hora de salir a la carretera es básica para reducir la accidentalidad; una tarea preventiva que necesita la implicación de las autoridades sanitarias y de tráfico, de los pacientes y de los profesionales que los prescriben.
En el estado español, un 25% de los medicamentos que se venden pueden interferir en la conducción y un 17% de los conductores desconocen el riesgo potencial que puede suponer el tratamiento que siguen si conducen, según datos que se aportaron en la Jornada “Fármacos y conducción”, organizada por la Sociedad Catalana de Salud Laboral y FAES FARMA, el pasado mes de septiembre.
La información, clave
¿Tenemos que tomar algún medicamento y tenemos que conducir? Informarnos sobre sus posibles efectos es fundamental. Si en el envase del fármaco aparece un pictograma de un coche dentro de un triángulo rojo equilátero con la leyenda “Conducción. Ver prospecto”, es necesario que leamos las indicaciones con atención, ya que el símbolo nos advierte de que el consumo de la medicina puede interferir en las aptitudes para conducir un vehículo. Y además, siempre que empezamos un nuevo tratamiento, tenemos que preguntar a nuestro médico cómo puede afectarnos a la hora de conducir.
¿Con qué medicamentos debemos tener cuidado?
Los medicamentos, incluidos los que no tienen que ser dispensados con receta médica, pueden causar graves alteraciones que interfieren en la conducción, entre ellos somnolencia, dificultad de concentración o para estar alerta, visión doble o borrosa, sensación de vértigo, disminución de los reflejos, falta de coordinación, sensación de inestabilidad o mareos. Si tomamos algunos de estos fármacos, ¡cuidado! Porque pueden influir negativamente en la conducción: los que se utilizan para tratar los trastornos del sueño, la ansiedad, la depresión, la epilepsia, la enfermedad de Parkinson, las alergias, las migrañas o la diabetes, entre otros.
El factor humano está presente en el 90% de los accidentes con víctimas; una cifra lo bastante contundente que nos debe hacer reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad cuando cogemos un vehículo. La relación entre conducción y medicamentos puede ser peligrosa, de la misma manera que siempre lo es con el alcohol y otras drogas. En el año 2017, y según datos del Instituto de Medicina Legal de Cataluña, de cada diez conductores fallecidos en accidente, más de tres habían consumido alcohol, drogas y/o psicofármacos (un 38%).
Por otra parte, conviene tener en cuenta que los conductores profesionales tienen que extremar todavía más las precauciones e informarse sobre los efectos de la medicación que toman. Debe destacarse que del total de víctimas de accidentes de tráfico del año 2017, un 39,9% sufrieron un siniestro en el entorno laboral.
Fuentes y más información:
Anuario estadístico de accidentes de tráfico en Cataluña. Año 2017