Atrás quedan las noches de estudio y los nervios ante los exámenes y las pruebas de selección para obtener la acreditación de profesores de formación vial. El entusiasmo y la voluntad de seguir aprendiendo para ser mejores profesionales caracterizan a los 65 nuevos formadores que este año 2019 ya podrán ejercer como profesores en las escuelas de conductores de Cataluña. En septiembre del año pasado empezaron la última fase del curso, que los conduciría a un nuevo proyecto personal. Se sienten afortunados, teniendo en cuenta que iniciaron el proceso selectivo 503 aspirantes. Con una procedencia laboral diversa, aunque la mayoría ya había tenido antes algún vínculo con el mundo de las autoescuelas, ahora inician una nueva etapa llena de retos e ilusión.
Montse Rodríguez, Jorge Cortés y Jèssica Hernández son tres de los nuevos profesores que empezarán a poner en práctica este año todo lo que han aprendido para formar a los futuros conductores y transmitirles los valores de la movilidad segura y responsable.
Montse Rodríguez, 34 años: “Que no haya víctimas en la carretera no es ninguna utopía, es posible.”
Montse es propietaria de una autoescuela en Badalona, donde trabajó previamente como secretaria durante 12 años. Lleva coche desde los 18 y asegura que es “una buena conductora”. Explica que este curso le ha hecho ver que en el mundo de la seguridad vial “todavía hay mucho por hacer” y que tiene la ambición de saber más y seguir formándose para poder contribuir a que no haya víctimas en la carretera: “Este objetivo no es ninguna utopía, sino que es totalmente posible”, afirma convencida. Para Montse, “el 99% de los accidentes son evitables y, además, existe una desinformación general sobre los riesgos que comporta la conducción. La mayoría de la gente ve el hecho de sacarse el carné como un trámite, no disfruta del proceso de formación. Ahora mismo, se pasa una vez en la vida por la autoescuela y lo que los profesores enseñan tiene que servir para siempre”, destaca. Esta formadora vial novel también defiende el reciclaje obligatorio en la formación vial y el fomento de la educación en movilidad entre los niños y adolescentes: “Desde pequeños ya tienen que adquirir buenos hábitos porque hay que tener en cuenta que son peatones y de mayores serán conductores. Desde el momento en que salimos a la calle, todos estamos expuestos a los riesgos del tráfico.”
Jèssica Hernández, 25 años: “Hay que tener mucha psicología para tratar con los alumnos.”
El interés por esta profesión le viene de familia, ya que sus padres también son formadores viales y propietarios de una autoescuela en Lleida. Una sustitución como administrativa en el negocio familiar la acabó de empujar a dedicarse a ser profesora y a dar el paso decisivo para inscribirse en el curso de formadores viales. Jèssica, que empezó los estudios de Administración y Derecho, tiene claro que el valor añadido que aporta el actual modelo de formación vial es la vertiente psicológica y la sensibilización vial: “Pasamos muchas horas con los alumnos, creamos con ellos un vínculo y tenemos que concienciarlos, hacerles ver que, por muchas destrezas que tengan, siempre se encontrarán con riesgos y por eso tienen que conducir con responsabilidad. Tenemos que conseguir que se den cuenta de ello en caso de que tengan falsas creencias, como por ejemplo las relacionadas con el consumo de drogas. Nos tenemos que acercar al alumnado, escucharlo y preocuparnos por él. Ahora no solo tenemos que ayudarle a aprobar el examen de conducir, tenemos que ofrecerle alguna cosa más.” Después de haber obtenido el título de formadores viales, también apuesta por la formación continua, tanto de los usuarios como de los profesores y considera que en las escuelas tendría que haber una asignatura obligatoria de educación vial.
Jorge Cortés, 30 años: “Los formadores viales tenemos la responsabilidad de cambiar actitudes de los conductores.”
Durante nueve años trabajó como recepcionista de una autoescuela y el contacto con los profesores y los alumnos le hizo despertar el interés por dedicarse a la formación vial. Esta es la segunda convocatoria para obtener una plaza de formador en la que participa. El 2014 ya se presentó pero no aprobó todas las asignaturas del curso. Ahora, con el certificado de aptitud de formador vial en la mano, este técnico en deportes tiene la intención de ampliar sus conocimientos y “ganar experiencia”, por ejemplo, en el ámbito de las técnicas de conducción segura y eficiente y para superar el miedo a conducir, lo que se denomina amaxofobia. Jorge sostiene que los formadores tienen la responsabilidad de conseguir un cambio de actitudes de los conductores: “Nosotros estamos en la primera línea”, afirma. Además, defiende el reciclaje formativo teórico y práctico y asegura que este curso le ha llevado a la conclusión de que “la mayoría de accidentes mortales son consecuencia del factor humano, como el consumo de alcohol y drogas, las distracciones con el móvil o la velocidad”. Por este motivo apunta: “Los formadores viales tenemos que explicar a los alumnos qué hábitos pueden ser peligrosos para que sean conscientes de los riesgos que corren, les tenemos que dar una información personalizada y de calidad.”