Leíamos recientemente que el marido de la reina Isabel II de Gran Bretaña, el príncipe Felipe, de 97 años, había entregado voluntariamente su permiso de conducir a la Policía. De esta manera quería dejar bien claro que había decidido no volver a conducir nunca más, forzado sobre todo por un accidente que había tenido pocas semanas antes y porque días después lo habían cogido in fraganti conduciendo sin el cinturón de seguridad puesto. En realidad, ya hacía tiempo que recibía la presión de una sociedad que consideraba que, quizás, ya era demasiado mayor para coger el coche.
También hemos podido leer últimamente que, del total de víctimas mortales que hemos contabilizado hasta ahora en nuestras carreteras, aproximadamente un 42% tiene más de 65 años. Unos datos inéditos hasta ahora y que demuestran un aumento de muertos en la carretera que se incluyen dentro de la franja de edad denominada eufemísticamente “personas mayores”.
Con todas estas informaciones, es fácil que surja la pregunta siguiente: “¿Habría que poner un límite de edad para conducir?”. Es evidente que con la edad perdemos visión, reflejos al volante y capacidad auditiva. Pero antes de responder categóricamente a la pregunta, recordemos aquel cuento titulado “El plato de madera”, en el que un hombre castiga a su padre, ya mayor, a comer en un rincón y en un plato de madera porque, a causa de la edad, no paraba de tirarlo todo y de romper los platos. Pocos días después, el hombre se encuentra a su hijo pequeño trabajando un pequeño tronco con su cuchillo. El hombre le pregunta: “¿Qué haces?”, y el niño le responde: “Estoy haciendo un plato de madera, para que cuando tú seas viejo comas como el abuelo. Como he visto que a tu padre le dabas un plato de madera, ahora yo estoy haciendo uno para ti.” No hay que decir que, en un primer momento, el padre no se lo toma demasiado bien, pero acaba comprendiendo la moralidad del cuento y permite al abuelo volver a comer con toda la familia.
Por lo tanto, y volviendo a la pregunta de si hay que poner un límite de edad para conducir, la gente que no forma parte del colectivo de las personas mayores podría verse tentada a responder con un sí rotundo. Pero, ¿a qué edad ponemos la línea? ¿64 años? ¿65? ¿70? No todos envejecemos igual y seguro que, cuando nos llegara la edad marcada por ley pensaríamos: “Hombre, pues todavía estoy lo bastante bien, no veo por qué ahora tengo que dejar de conducir”. Y es que no disponer del permiso de conducir supone para todos una gran pérdida de nuestra independencia, un precio que, llegado el momento, no todos estamos dispuestos a pagar. No todos estamos dispuestos a comer en un plato de madera.
Pero es cierto que ante el aumento de la mortalidad de los conductores, pasajeros y peatones mayores de 65 años, tendríamos que tomar algunas medidas. Un aspecto importante a considerar es la vulnerabilidad relacionada con la edad. El mismo accidente puede tener consecuencias diferentes según las condiciones físicas de las personas afectadas. Por eso son tan importantes las medidas de seguridad activa y pasiva, sea cuál sea la edad de conductores y pasajeros.
En cualquier caso, la conducción requiere un ejercicio de responsabilidad por parte de todos y cada uno de nosotros, tanto en el mismo momento en el que se conduce como en la obtención y renovación de los permisos, que incluyen el reconocimiento psicofísico de los conductores cada 10 años en general y cada 5 a partir de los 65 años. No obstante, este tiempo se puede reducir en función de los problemas psicofísicos que se detecten en las revisiones. Desde el Servicio Catalán de Tráfico pedimos a todo el mundo, sea cual sea su edad, un ejercicio de responsabilidad y sinceridad en el reconocimiento psicofísico para que los profesionales puedan hacer su trabajo y nos marquen las adaptaciones que necesitamos para conducir y el plazo en el que hay que renovar el permiso de conducir. Se trata de no engañarnos, ni a nosotros mismos ni tampoco a los responsables que nos tienen que permitir, o no, renovar el permiso de conducir. Las consecuencias de hacer trampas pueden ser demasiado graves.