A finales de febrero hizo un año de lo que se considera el inicio de la pandemia en Cataluña. La aparición de la COVID propició que a principios de marzo de 2020 el Gobierno español declarara el estado de alarma, lo que ya provocó un ligero descenso de la movilidad durante las dos primeras semanas. Fue el fin de semana del 14 de marzo cuando empezó oficialmente la fase de confinamiento total en Cataluña. Este hecho supuso una paralización de nuestra movilidad como no se había visto nunca. A partir de esta fecha, se produce una histórica bajada de la movilidad que llega a su mínimo las semanas del 30 de marzo y del 6 de abril, con un descenso del 84% de media respecto a las semanas previas a la pandemia; la movilidad obligada (laboral) baja un 79% y la no obligada (ocio) un 92%.
Desconfinamiento progresivo
El 13 de abril empieza una primera fase de desconfinamiento y la movilidad obligada presenta una ligera recuperación (-66% comparado con prepandemia), mientras que la no obligada casi no cambia (-91%). Es durante la semana del 25 de mayo cuando se produce una subida abrupta de la movilidad, de un 20% de media respecto a la semana anterior, cuando las semanas previas el crecimiento era gradual, de un 6% semanalmente.
Retorno a la normalidad
Ya sin restricciones de la movilidad, a partir de la semana del 29 de julio, la movilidad vuelve a valores casi normales. Esta tendencia a ‘la normalidad’ llega hasta el 29 de octubre, que es cuando se decreta un nuevo confinamiento municipal los fines de semana. Entonces la movilidad obligada se mantiene en los mismos niveles que en la fase anterior, mientras que la no obligada baja de nuevo a los niveles de la fase de confinamiento total.
Durante las fiestas de Navidad, las restricciones de la movilidad se suavizan, pero no se aprecia un incremento de esta movilidad, sino al contrario, en general baja.
Un año después
Pasadas las fiestas de Navidad, se vuelve a decretar un confinamiento municipal, ahora durante toda la semana. La característica de esta fase es una movilidad obligada sensiblemente inferior a la de antes de Navidad (-12%), mientras que la movilidad de ocio presenta unos valores muy parecidos a la fase preNavidad.
Durante las últimas semanas, con un confinamiento comarcal, se ha notado un progresivo y constante aumento semanal de la movilidad, tanto entre semana como en fin de semana. Aun así, la movilidad actual se encuentra todavía por debajo de los valores anteriores a la pandemia.
¿Dónde están las retenciones?
Por lo tanto, la movilidad actual, el número de vehículos que circulan por nuestra red viaria, empieza a parecerse a la que teníamos antes de la aparición de la pandemia, sobre todo entre semana. Por ejemplo, de lunes a jueves en el área metropolitana de Barcelona hay actualmente un 9,5% menos de tráfico comparado con el año pasado antes de la pandemia. Durante el fin de semana, la reducción es de un 50%. En cambio, las colas en plena hora punta no han vuelto. A no ser que haya incidencias especiales, como accidentes o vehículos averiados, las ‘típicas retenciones’ todavía no se producen, tampoco las del fin de semana.
Para explicar la falta de ‘las retenciones habituales’ hay que partir de una premisa fundamental: por norma, las retenciones se producen cuando una mayoría de gente hace lo mismo a la misma hora. Si mucha gente ocupa el mismo espacio en el mismo momento, aparecen las retenciones. Por lo tanto, si ahora las retenciones no están (o hay muchas menos) puede ser porque: a) hay menos gente y b) se hace un uso del vehículo más repartido en el tiempo y en el espacio.
En cuanto al primer punto, es evidente que hay menos vehículos circulando por la red viaria, a pesar de que se puede debatir si este descenso es leve o considerable. Un descenso que se explica por la actual crisis laboral, donde hay gente que ha perdido el trabajo y, por lo tanto, no va a trabajar. Y también por los cambios de hábitos laborales, con una irrupción contundente del teletrabajo, que hace que la gente trabaje desde casa o se desplace con menos asiduidad a su lugar de trabajo.
Y en cuanto al segundo punto, al reparto del tiempo y el espacio, también lo explica la aparición de la pandemia. La COVID ha cambiado los hábitos de todos nosotros, una sociedad que se ha visto forzada a adaptarse a una situación nunca vista. Y no todo el mundo se ha adaptado del mismo modo: se han cambiado horarios, costumbres, maneras de organizarse, de moverse, de vivir el ocio. Esta ‘variedad’ a la hora de hacer las cosas, que los horarios de la gente ya no sean para todos los mismos, explicarían también que no todo el mundo se encuentre a la misma hora en la carretera.
El futuro de la movilidad
De cara a los tiempos que van a venir, sería interesante recordar lo que hemos aprendido durante este último año de pandemia. Una reducción del tráfico −que ha sido forzada pero que se ha demostrado posible− comporta beneficios para el medio ambiente casi inmediatos. Y también se ha visto que con solo una leve reducción del número de vehículos, las ‘colas típicas de hora punta’ disminuyen drásticamente, casi hasta desaparecer.
En cuanto al futuro más inmediato, la movilidad laboral difícilmente cambiará de la que tenemos ahora. La movilidad de ocio es más difícil de prever, sobre todo cuando se ponga fin a todas las restricciones que todavía están vigentes.