


La correcta visibilidad del entorno, clave para una conducción segura, nos la proporciona un elemento del vehículo que a menudo nos pasa desapercibido y al que no prestamos la atención necesaria. Además, también nos aísla de la intrusión de elementos del exterior y nos protege en caso de sufrir un accidente. Hablamos del parabrisas, una pieza vulnerable pero básica para la seguridad y la estructura de los vehículos que, a lo largo de su historia, ha contribuido a evitar accidentes y víctimas en la carretera.
El Reglamento general de circulación, en su artículo 19, recoge que es responsabilidad del titular del vehículo garantizar la correcta visibilidad de las superficies con cristales. En este sentido, para comprobar que el parabrisas no se haya deteriorado, la prevención es fundamental: hay que dedicar unos momentos a hacer una revisión visual y observar con detalle si tiene algún desperfecto que, por pequeño que sea, pueda acabar interfiriendo en nuestra seguridad. Con el fin de evitar estropear el parabrisas, el inspector y subjefe de la División de Tráfico de Mossos d’Esquadra Jordi Batista nos da algunas recomendaciones ante situaciones concretas en las que nos podemos encontrar en la carretera.
1) Cambios de temperatura
Si estacionas el coche en la calle en pleno invierno, a menudo puedes encontrarte el parabrisas cubierto de una placa de hielo o nieve. En este caso es muy contraproducente deshelarlo con agua caliente, ya que pasamos de un estado muy frío a un aumento considerable de temperatura en muy poco tiempo. Eso provoca mucha tensión en la superficie del cristal, que puede producir grietas o, si ya tiene, aumentarlas mucho más.
- ¿Qué hacer? Para evitar encontrarnos con el parabrisas helado, con previsión, se puede tapar la superficie del cristal, por ejemplo, con un cartón. No se tendrían que activar las escobillas (se corre el riesgo de rallar el cristal o de estropear el motor). Se recomienda utilizar productos adecuados o bien poner en marcha el vehículo y utilizar el aire de la calefacción a medida que el vehículo se vaya calentando. Para ayudar a sacar el hielo también se puede utilizar una rasqueta de plástico.
2) Suciedad excesiva (mosquitos, barro, etc.)
Sobre todo en verano y si hacemos un viaje largo, el impacto continuo de mosquitos puede llegar a crear una capa que dificulte ver bien. En estas condiciones resulta difícil retirarla del parabrisas si utilizamos las escobillas y agua, ya que a menudo, y más si lo hacemos en marcha, se crea una capa grasienta que nos deja momentáneamente sin visibilidad. Eso también puede pasar si ha llovido barro o después de un tiempo de inactividad en el que se haya depositado arena sobre el cristal.
- ¿Qué hacer? En estos casos es preferible limpiarlo a mano con el vehículo estacionado, utilizar un jabón neutro y evitar rascar ya que se puede rayar el parabrisas. El jabón neutro evita crear una capa de grasa que normalmente aparece cuando llueve y accionamos las escobillas.
3) Impactos de objetos
El impacto de piedras u objetos en marcha, e incluso fenómenos climatológicos repentinos como granizadas de dimensiones considerables, pueden provocar daños en el cristal, a menudo no visibles. Estos impactos que parecen inofensivos pueden derivar en un problema grave a lo largo del tiempo. La alteración de la superficie del parabrisas por una grieta o rayada puede influir en la capacidad de protección en un accidente y dificultar la conducción nocturna, ya que puede distorsionar la iluminación ambiental de la carretera y del resto de usuarios.
- ¿Qué hacer? Invertir unos minutos en revisar el parabrisas puede ayudarnos a detectar estos daños. Si se localizan en el campo de visión, habrá que dirigirse a un establecimiento especializado donde realicen la reparación adecuada en función de la gravedad de la grieta.
Por otra parte, el inspector Jordi Batista también destaca que es importante hacer una limpieza correcta del parabrisas y comprobar que las escobillas no han perdido efectividad: “Si observamos que a la hora de activarlas no dejan el cristal lo bastante limpio y no evacuan suficientemente el agua, es posible que toque renovarlas. Utilizar un recambio adecuado y de calidad es importante para garantizar que duren más tiempo”, remarca. Además, en caso de tener que añadir líquido al depósito, se aconseja usar jabón neutro o un producto específico de limpieza.
Para acabar, conviene subrayar que el parabrisas es un elemento que se revisa en la ITV. En el supuesto de que se detecten grietas, impactos o cualquier otro desperfecto se podrá considerar como una deficiencia leve o grave.
El limpiaparabrisas, un invento de Mary Anderson (1866-1953)
Circular bajo la lluvia o la nieve por las calles de una gran metrópolis de principios del siglo XX no debía de resultar nada cómodo ni seguro. Así lo constató la promotora inmobiliaria y viticultora estadounidense Mary Anderson, en un viaje a la ciudad de Nueva York en invierno de 1903. A Anderson le sorprendió que los conductores de los tranvías y de los coches tuvieran que detenerse frecuentemente para retirar a mano la nieve que les impedía ver correctamente y conducir de manera segura. A partir de entonces, empezó a diseñar un artilugio que permitiera retirar de la luna frontal las gotas de agua, los copos de nieve o cualquier otro elemento que afectara a la visibilidad. El nuevo dispositivo, que patentó en 1903, consistía en un brazo metálico oscilante que fregaba el parabrisas con una lámina de goma y que se accionaba con una palanca manual desde el interior del vehículo.
En 1905, Anderson intentó que una empresa canadiense comercializara su ingenio pero, a pesar de la mejora que suponía para la seguridad vial, finalmente la compañía desestimó la oferta porque consideró que no sería económicamente rentable. En 1908, con la aparición del Ford T (considerado el primer vehículo utilitario), el limpiaparabrisas se convirtió en un equipamiento fundamental para los coches, y hacia 1916 su uso se popularizó en la industria del automóvil. Aun así, la autora de este eficaz invento no llegó a recibir nunca ninguna compensación por derechos de propiedad. Y no fue hasta 2011 cuando Mary Anderson entró a formar parte de la National Inventors of Fame.