Cómo los coches se han hecho más seguros

Repasamos la introducción de algunos de los elementos de seguridad en el automóvil: desde el limpiaparabrisas hasta los sistemas ADAS.

Actualmente todos los coches llevan de serie múltiples sistemas de seguridad que, por un lado, ayudan a prevenir accidentes (seguridad activa) y, por otro, contribuyen a minimizar las consecuencias del choque en caso de que se acabe produciendo (seguridad pasiva). Airbags, alertas de no uso del cinturón y control de estabilidad, entre otros, son algunos de los elementos que forman parte del equipamiento estándar de los automóviles hoy día.

Pero ¿cómo ha evolucionado la seguridad en los vehículos hasta aquí? Uno de los primeros elementos de seguridad fue el limpiaparabrisas, que se empezó a montar en serie en la década de los años treinta del siglo pasado. Más tarde surgieron las carrocerías equipadas con zonas de deformación programada, diseñadas por Mercedes en 1952 con el objetivo de absorber la energía de los golpes. Al poco tiempo, en 1959, hubo un antes y un después en cuanto a la seguridad en los vehículos con la introducción del cinturón de seguridad de 3 puntos de anclaje por Volvo. Este sistema de sujeción no estuvo exento de polémica por parte de los fabricantes americanos, pero sesenta años más tarde sigue siendo básico cuando hay una colisión.

En 1968 se introdujeron los reposacabezas y en la década de los setenta llegó el airbag, que, como el cinturón, al que complementa, tiene su origen en la industria aeroespacial. También entonces, concretamente en 1978, se empezó a utilizar el sistema de frenos ABS –Mercedes-Benz volvió a ser la primera marca en incorporarlo–, que hace que las ruedas no se bloqueen cuando se frena a fondo. Airbag y ABS empezaron siendo exclusivos de vehículos de gama alta, pero han acabado siendo obligatorios por ley, si bien hubo que esperar hasta la primera década de este siglo para que fuera así.

El control de estabilidad ESP, desarrollado por Bosch en cooperación con Mercedes-Benz en 1995, también se ha convertido en un elemento clave en la seguridad activa, ya que actúa frenando individualmente las ruedas en situaciones de riesgo para evitar derrapes u otras pérdidas de control. Junto con el aviso de pérdida de presión de las ruedas, la alerta de no uso del cinturón y los anclajes Isofix para los sistemas de retención infantil, pasaron a ser obligatorios en la UE hace unos años.

De cara al 2022 está previsto que los coches europeos tengan que llevar de serie otros elementos de asistencia a la conducción como el asistente de velocidad inteligente (ISA), la alerta de sueño o distracción, la alerta de abandono de carril, el frenado de emergencia y las cámaras o sensores de marcha atrás, entre otros.

Estos elementos, que como la alerta de no uso del cinturón se engloban bajo las siglas ADAS (Advanced Driver Assistance Systems, en inglés), incrementan notablemente la seguridad activa –ya que permiten prever situaciones de riesgo– y suponen un paso previo a la conducción autónoma. Y esta, que debería ser una realidad en 2030, está estrechamente ligada a la visión cero. Mientras tanto, la responsabilidad sigue recayendo todavía en gran parte sobre el conductor. Y es que según datos del Servicio Catalán de Tráfico, en más del 90% de los casos de accidente interviene el factor humano, y la vía o el vehículo solo influyen en entre un 4% y un 8% de los siniestros. Así pues, es importante llevar un vehículo equipado con todos los elementos de seguridad, pero aún lo es más respetar las normas y evitar riesgos.

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